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Mostrando entradas de 2015

The Gods of Me and You

Hace sesenta y tres semanas te tomé una foto que cada cierto tiempo me persigue. Es uno de los pocos retratos tuyos en los que sonríes y que han sobrevivido a tu exilio. Es una de las pocas pruebas de que alguna vez fuiste feliz conmigo.  Hace sesenta y nueva semanas    te tomé una foto que me recuerda porque te quise y te quiero tanto. Tú y tu muñeca de cabello verde me saludan  mientras trazábamos planes a largo plazo que nunca se cumplieron.  Hace setenta y nueva semanas te tomé una foto que tiene más sentido ahora que te has ido. Te cubres el rostro con esas manos particularmente grandes y solamente se puede ver un cerquillo horrible que te dejaste por un tiempo. No puedo ver tu cara, no sé que ocultas en esa penitencia que es tu boca.

And it breaks my hea-ah-ah, ah-ah-ah, ah-ah-ah, ah-ah-ah-aart

Hoy he visto los ojos más bonitos de la Tierra.  No tengo pruebas y no tienes que creerme porque yo escribo para que me quieran pero no para que me crean. Ella me ha mirado fijamente por cinco segundos y, entonces, se me olvidó la muerte. Le ha regalado la inmortalidad más irrelevante y momentánea a la vida más impertinente. Me hizo tanto bien  en tan poco tiempo, que los dioses me preguntarán a diario por ella, por Alejandra. Para variar, no les voy a contestar. Suppose I kept on singing love songs just to break my own fall Just to break my fall...

You've got the music

Down on the West Coast they got a saying "If you're not drinkin' then you're not playing" But you've got the music, you've got the music In you, don't you? No habían planes para ver de nuevo a Ella luego de mi cumpleaños pero hay una distancia muy grande entre lo que quiero y lo que debo. Y una extraña necesidad de no sentirme solo, relativamente reciente, desde que se fue Verónica hace un par de meses.  A veces   Ella viene en las tardes y se va en la noche dejando mi cuarto con el olor de esos cigarros que no debo mencionar.  Y a veces se queda hasta al día siguiente y escapa de prisa a las seis de la mañana para no llegar tarde a sus clases,  con esa energía que le dan sus monstruosos 18 años.  A esa hora, en vez de aromas, deja cabellos rojos sobre la almohada. No hay reglas establecidas. Ella huye de una de esas relaciones largas y no quiere hablar de compromisos, pactos o juramentos. Y a mi me gusta una chica de la que no quiero es...

La fiesta terminó, cerró el bar

No sé como Ella puede estar tan sola, incluso más que yo, durante una madrugada de domingo en este bar de Miraflores. Su cabello teñido de un tono rojizo y su mirada inquieta me traen recuerdos de amanecidas mucho más alegres. En una hora, hemos entrado en confianza.  Quiero contarle que  me acabo de enterar que hay mucha gente apreciando mi trabajo, varios pulgares digitales apuntando siempre hacia arriba, pero que tengo muy pocos amigos.  Sin ningún motivo en especial, quiero arrastrarla a mi tristeza porque a esa hora no tengo nada más que ofrecerle. Entonces, Ella me interrumpe con uno de esos besos raros que saben a Budweiser. Me doy cuenta que tal vez no le importan mis demonios si yo no le pregunto por sus fantasmas.  Toma aire y me envuelve en su filosofía. - Todos vienen a celebrar algo aunque no lo sepan "... Y de mi no quedan ni memorias.   Es suficiente para ti, unas palmadas y eres feliz.  Pero en mi caso mi tiempo se termina". ...

Clásico prohibido del año 95

Eme  me manda un mensaje. 'I wanna fuck', me dice, siempre en inglés porque para ella hay una fuerza y una crudeza innecesaria en la palabra 'tirar'. En 'fornicar' y en 'follar'. Y porque 'hacer el amor' a veces es una promesa que no se puede cumplir. Entre sus piernas descubrí que puedo hablar en arameo y en otras lenguas muertas a cierta hora y en cierto lugar. A las tres de la mañana, por ejemplo. En un dormitorio con ventanas hacia la calle. Eme me abraza y al mismo tiempo me juzga, como una diosa salvaje de 19 años. Me advierte que desde mañana no volveré a verla. "Vas a convertirme en literatura y luego nos vamos a esforzar demasiado para inspirar mejores textos". Cuando se va, me deja una cajetilla vacía en la mesa de noche. Un olor de cigarro que me inquieta desde hace año y medio, cuando deje de fumar. Ganas de escribir sobre el sexo sin escribir sobre el sexo.

Nice and slow

Hace un año, nos encontrábamos en un café de  Larcomar para decidir el destino de nuestras vidas. Íbamos a mudarnos a una vieja quinta miraflorina lejos del trafico y el movimiento; íbamos a llenar las paredes de la casa con fotografías viejas y frases como "Me alquilo para soñar". Como casi siempre, llegaste con manchas frescas de óleo sobre la ropa, pintando con locura los ambientes frívolos. Tenias, como era costumbre, aquel olor a hierba. "No tengo nada que explicar". En la lista imaginaria de cosas que teníamos que hacer en esa casa que hoy no existe, subrayaste: Subir al techo cada vez que llueva. No llevar celulares. ... Un año después, llueve por Magdalena. El celular en mi bolsillo. Las paredes vacías.  Girl you can trust I'm on my way I know you've come and called my name But don't stress my stride, no rush I'm moving nice and slow...

Mess and destruction

A las tres de la madrugada de un 28 de julio, extrañé a Verónica Santos. No por primera vez en estas semanas pero sí con más tristeza de lo normal. Con la intensidad de las cosas que no se dicen. Soñé con ella y la extrañé tanto que se ha hecho pedazos algo dentro de mi. Tanto que no pude volver a dormir por el miedo de volver a encontrar esa cabello suyo tan cambiante y entonces, extrañarla de nuevo. Durante la tarde, he pensado en mil formas de decirle que vuelva por la Avenida Brasil. Maneras que no hagan notar la ridícula sensación de melancolía . He intentado plasmar verbos que no activen las alarmas, que no levanten sospechas. A las 8 de la noche, del mismo 28 de julio, voy decirle que regrese y que quiero volver a verla. Le escribo un texto medio triste y medio tonto, sin poner su nombre real porque soy un cobarde. Y porque Verónica Santos sabe leer entre lineas y visitarme de madrugada. I know I left too much mess and destruction To come back again And I caused n...

Muchos dioses, mucha dolencia

Soy el Curiosity dando vueltas en Marte. K  me mira fijamente, acurrucada a los pies de la cama y creo que ya no me quiere.  Su vestido naranja en el piso de mi cuarto brilla más que nosotros dos. Me recuerda, discretamente, que la última vez que hicimos el amor con vocación adolescente fue una tarde de llovizna. K se va y creo que ya no va a volver. Se ha llevado la ropa que dejaba en el armario para esos viernes que terminaban un domingo y las novelas de Borges que ella solía leer en voz alta mientras me veía ejercer un mal periodismo. Se siente la ausencia de sus libros, de sus lunares y de sus brasieres. En la noche le digo en un mensaje que desde que se fue soy el Curiosity dando vueltas en Marte. K  me responde a la media hora. Ámate y sálvate, me dice. Ámate y sálvate .

The anxious battle for sanity

Voy a morir y estos veintitantos años serán solamente una noche de insomnio para los dioses. Me dará miedo cerrar los ojos y no volver a pensar, no volver a sentir. Me dará miedo cerrar los ojos y no ver de nuevo a mi abuela. Me dará miedo cerrar los ojos y no encontrar infiernos ni vírgenes. Me iré sin alcanzar la inmortalidad porque me van a recordar simplemente dos generaciones. Ojalá que no.

Un séquito de vana idolatría

La próxima vez que te vea, voy a desearte un feliz cumpleaños atrasado. Voy a decirte que ya no se prenden luces dentro de mí cuando alguien dice tu nombre. Que la vida me ha enseñado que tu boca no es la gran cosa. Que ya no veo  tu rostro reflejado en otras chicas de ojos grandes y bonitos, soles de verano.  Te voy a recordar que nunca te va a alcanzar el tiempo para vivir todas las cosas que te he escrito. La próxima vez que te vea, te voy a mentir un poquito.

You can leave your hat on

No sé como hemos llegado hasta aquí pero me doy cuenta que Karen tiene unas marcas curiosas en las piernas, que solamente pueden verse cuando está desnuda. O casi. Mi chica se sienta sobre el borde de la cama, moviéndose de forma lenta y coqueta porque sabe que la estoy viendo. Sabe que me gusta mirarla cuando se pone loca y entonces, pone música de fondo. B aila para mí con esa conocida canción de Joe Cocker. Luego de corear varias veces el You can leave your hat on, recoge su ropa y me dice que va a vestirse antes que lleguen sus papás, para evitar un homicidio doble.  En esa pausa, reviso mi facebook y encuentro la foto de una muchacha que me gustaba mucho hace un par de años. Ella se ha hecho un tatuaje enorme en la espalda y no me gusta. Ahora hay muchas cosas en ella que no me gustan y así es el amor después del amor. Karen me regresa a su espacio y a su tiempo. Se mira en el espejo para verificar que no tiene un peinado que refleje un polvo reciente y me preg...