La chica bonita que se sienta a la izquierda llega a a oficina con la prisa de los lunes.
Últimamente estornuda mucho, con un ruidito gracioso y cuando pasa cerca, los dedos se me atoran. No escribo nada.
Últimamente estornuda mucho con su vocecita de duende.
La chica bonita que se sienta a la izquierda aumenta mi productividad por las mañanas. Toma Coca Cola con toda la gracia del mundo, es como la poesía rara. Es la mirada mía en su dirección, su mirada a cualquier otro lado.
Es como una canción de Drexler, una princesa haragana cada fin de semana.
La chica bonita que se sienta a la izquierda, a estas horas de la noche, se sienta en otro lado.
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