El tiempo de espera luego de mi propuesta fue tenso. No sabia que coño esperar. El 98% de las posibilidades apuntaban a un rotundo y peligroso No. Al terminar de decírselo recuerdo que Alessa tenia una expresión de WTF tatuada en su bella y casi pálida frente. Me fui lo más rápido posible y la deje en medio de un huracán que llevaba mi nombre (y para ser más preciso, mi pelotuda propuesta).
Al día siguiente la vi. Alessa se paro al lado mío pero no dio señales de querer responderme. Realmente no la mire directamente a la cara, no podía. Pasaron los días (miércoles, jueves y viernes) y su silencio se prolongo a niveles escalofriantes. Francis, que es amiga mía y amiga de ella no quiso decirme nada. No me voy a meter, decía. Si yo le preguntaba si Alessa le había comentado sobre mi invitación, No voy a decirte nada a ti ni a ella, repetía. Francis no rompería el juramento de lealtad imaginario que había firmado para mi y Alessa y realmente respeto eso. Aunque me joda su silencio y su disposición a mantenerse neutral.
El sábado en la tarde, casi de noche, encontré a Alessa en el MSN y fue ella quien me hablo:
Oye, estuve pensando lo que me dijiste. Y no creo que pueda. Gracias, pero no voy a poder.
Recapitulando. Uno: No recuerdo haberle dicho la fecha exacta de la fiesta y aun así no puede ir. Dos: Menos mal que no dijo JaJaOkas, esperaba que dijera eso aunque no tuviese sentido en el contexto. Tres: ¿Por MSN? O sea, me arme de valor para ir a una guerra perdida de antemano y aun así no pudo decirme que no personalmente. Cuatro: Ya lo veía venir.
No le dije nada luego pero aunque mis expectativas con ella fueran bajísimas, realmente sentí una punzada en el corazón con su negativa, con su tiempo de espera y con cada letra que puso al escribir la excusa con la que se respaldo. Si quisiera ser sincero diría que me dolió. Pero ¿Quién quiere ser sincero?
[…]
La mañana del 12 de diciembre fue agitadísima, los últimos detalles se afinaban y los nervios me cogían de las costillas, como a todos los de mi promo. El terno y la camisa negra estaban ya planchadas sobre la cama, mientras que I Got a Feeling de los Black Eyed Peas era la canción que debía reflejar lo que esperaba esa noche. Lo único que me preocupaba era que entrara en efecto la Ley de Murphy (o Sod’s Law como dirían los británicos) que fundamenta: Si algo puede salir mal, saldrá mal. Todo tenia que salir bien esta noche y en lo que dependiese de mi, así seria.
Con mi terno negro, mi corbata blanca y mi orquídea fui a buscar a Bárbara. En el auto negro (que no llegaba a ser una limosina pero tampoco un Escarabajo) los primeros miedos me cogieron del cuello. Tenia que conocer finalmente a los padres de mi pareja. Es una historia aparte, pero siempre tuve la idea de que los padres de Bárbara me odiaban. Me enviaban cada vez que pude contactar con ellos esa quisquillosa sensación. Su padre es un fisicoculturista con el carácter de Elmer El Gruñón (creo que eso indica todo) y su madre, a la que he tratado por teléfono, parecía una señora muy agradable, quizás ella no me provocaba tanto miedo. Gracias a Dios, Ala y al Ratón Pérez ninguno de los dos estaba en casa esa noche, solos sus tías que me trataron muy bien y no me hicieron sentir un forastero triste y cabrón.
Bárbara estaba preciosa. Ese vestido negro con blanco que tenia la hacia la chica más linda que iría a la fiesta. Por un microsegundo recordé esos días en los que los latidos de mi corazón eran como el beatbox de un rapero profesional cuando ella estaba al lado mio. El camino hacia la fiesta fue de anécdotas, chistes y frases absurdas, me reí con ella como siempre, como solo ella sabe hacerme reír. Llegamos a la fiesta (tarde pero no tanto como el desubicado de Samuel) y era hora de los últimos bailes.
Me encontré a todos los del salón, que llevaban un aire de satisfacción impresionante. Celia iba con uno de los gemelos, aunque su pareja parecía el otro amigo que había llevado, Alfonso. Nataly fue con Kenji, como ya había dicho. Gian Carlo fue con una prima lejana llamada Karen (lejana porque vivía lejos, supongo), con la que compartí un baile y que me cayó bien, de hecho. Vannesa fue con Rodolfo, su novio, un bobo de 20 años. Jhon (El Cabezón) fue con una chica simpática de la que desconozco su puñetero nombre. Isis y su enamorado David, con el que pelea seguido y se amista seguido. La sorpresa fue Angelo, ese chico flacucho e introvertido fue con un prospecto de modelo, sin exagerar. Sobre la ceremonia que hubo previa a la fiesta voy a darle SKIP, porque fue pura cháchara.
Nunca en mi vida había bailado tanto. Nunca lo había hecho sin tomar una gota de alcohol, estando tan sobrio. Baile con Village People, Pitbull y Fonseca. Pero en si, baile con Bárbara, toda la noche, literalmente. Fue una noche de fotos, de bromas, de gaseosa (porque en serio no tome ni una gota de cerveza) pero aun así no deje de bailar toda la noche. A golpe de tres de la mañana la mayoría ya se había ido y en medio de los mozos que recogían botellas, Bárbara y yo bailábamos Yo No Se Mañana. Podría jurar que incluso en el auto, devuelta a su casa seguíamos bailando. Recuerdo haberla dejada en la puerta de su casa y haberle dado un Gracias por el recuerdo que ha dejado en mi. Luego del viaje de casi una hora para dejarla a su casa, pasaba por San Miguel y casi dormido me di cuenta (al fin) que la noche que Bárbara me dio, ni en sueños o fantasías Alessa hubiese podido dármela.
EPICO-LOGO
En el último día de clases, Gustavo y yo recorríamos el pasadizo del segundo piso. A Gustavo le quedaba un año más y yo iba de salida, en mi última salida. Alessa pasó por mi lado y tuve que tragarme las ganas de ir y despedirme, porque seria un gesto en vano. Gustavo lo noto y decidió alejarme mentalmente de ella.
- Y, mi pana ¿algo que deba saber ahora que estoy en Quinto?
- Nunca digas Ja Ja Okas.
- ¡Awesome! ¿Qué piensas hacer ahora?
- No se, estudiare algo. He pensado en escribir una novela, quizás ahora me de el tiempo…
Fuera del colegio finalmente, una novela se empezó a escribir. Una novela tan mala y tan fome que se llamaria Nunca Digas Ja Ja Okas, un nombre tan estupido como el contenido.
FIN
Al día siguiente la vi. Alessa se paro al lado mío pero no dio señales de querer responderme. Realmente no la mire directamente a la cara, no podía. Pasaron los días (miércoles, jueves y viernes) y su silencio se prolongo a niveles escalofriantes. Francis, que es amiga mía y amiga de ella no quiso decirme nada. No me voy a meter, decía. Si yo le preguntaba si Alessa le había comentado sobre mi invitación, No voy a decirte nada a ti ni a ella, repetía. Francis no rompería el juramento de lealtad imaginario que había firmado para mi y Alessa y realmente respeto eso. Aunque me joda su silencio y su disposición a mantenerse neutral.
El sábado en la tarde, casi de noche, encontré a Alessa en el MSN y fue ella quien me hablo:
Oye, estuve pensando lo que me dijiste. Y no creo que pueda. Gracias, pero no voy a poder.
Recapitulando. Uno: No recuerdo haberle dicho la fecha exacta de la fiesta y aun así no puede ir. Dos: Menos mal que no dijo JaJaOkas, esperaba que dijera eso aunque no tuviese sentido en el contexto. Tres: ¿Por MSN? O sea, me arme de valor para ir a una guerra perdida de antemano y aun así no pudo decirme que no personalmente. Cuatro: Ya lo veía venir.
No le dije nada luego pero aunque mis expectativas con ella fueran bajísimas, realmente sentí una punzada en el corazón con su negativa, con su tiempo de espera y con cada letra que puso al escribir la excusa con la que se respaldo. Si quisiera ser sincero diría que me dolió. Pero ¿Quién quiere ser sincero?
[…]
La mañana del 12 de diciembre fue agitadísima, los últimos detalles se afinaban y los nervios me cogían de las costillas, como a todos los de mi promo. El terno y la camisa negra estaban ya planchadas sobre la cama, mientras que I Got a Feeling de los Black Eyed Peas era la canción que debía reflejar lo que esperaba esa noche. Lo único que me preocupaba era que entrara en efecto la Ley de Murphy (o Sod’s Law como dirían los británicos) que fundamenta: Si algo puede salir mal, saldrá mal. Todo tenia que salir bien esta noche y en lo que dependiese de mi, así seria.
Con mi terno negro, mi corbata blanca y mi orquídea fui a buscar a Bárbara. En el auto negro (que no llegaba a ser una limosina pero tampoco un Escarabajo) los primeros miedos me cogieron del cuello. Tenia que conocer finalmente a los padres de mi pareja. Es una historia aparte, pero siempre tuve la idea de que los padres de Bárbara me odiaban. Me enviaban cada vez que pude contactar con ellos esa quisquillosa sensación. Su padre es un fisicoculturista con el carácter de Elmer El Gruñón (creo que eso indica todo) y su madre, a la que he tratado por teléfono, parecía una señora muy agradable, quizás ella no me provocaba tanto miedo. Gracias a Dios, Ala y al Ratón Pérez ninguno de los dos estaba en casa esa noche, solos sus tías que me trataron muy bien y no me hicieron sentir un forastero triste y cabrón.
Bárbara estaba preciosa. Ese vestido negro con blanco que tenia la hacia la chica más linda que iría a la fiesta. Por un microsegundo recordé esos días en los que los latidos de mi corazón eran como el beatbox de un rapero profesional cuando ella estaba al lado mio. El camino hacia la fiesta fue de anécdotas, chistes y frases absurdas, me reí con ella como siempre, como solo ella sabe hacerme reír. Llegamos a la fiesta (tarde pero no tanto como el desubicado de Samuel) y era hora de los últimos bailes.
Me encontré a todos los del salón, que llevaban un aire de satisfacción impresionante. Celia iba con uno de los gemelos, aunque su pareja parecía el otro amigo que había llevado, Alfonso. Nataly fue con Kenji, como ya había dicho. Gian Carlo fue con una prima lejana llamada Karen (lejana porque vivía lejos, supongo), con la que compartí un baile y que me cayó bien, de hecho. Vannesa fue con Rodolfo, su novio, un bobo de 20 años. Jhon (El Cabezón) fue con una chica simpática de la que desconozco su puñetero nombre. Isis y su enamorado David, con el que pelea seguido y se amista seguido. La sorpresa fue Angelo, ese chico flacucho e introvertido fue con un prospecto de modelo, sin exagerar. Sobre la ceremonia que hubo previa a la fiesta voy a darle SKIP, porque fue pura cháchara.
Nunca en mi vida había bailado tanto. Nunca lo había hecho sin tomar una gota de alcohol, estando tan sobrio. Baile con Village People, Pitbull y Fonseca. Pero en si, baile con Bárbara, toda la noche, literalmente. Fue una noche de fotos, de bromas, de gaseosa (porque en serio no tome ni una gota de cerveza) pero aun así no deje de bailar toda la noche. A golpe de tres de la mañana la mayoría ya se había ido y en medio de los mozos que recogían botellas, Bárbara y yo bailábamos Yo No Se Mañana. Podría jurar que incluso en el auto, devuelta a su casa seguíamos bailando. Recuerdo haberla dejada en la puerta de su casa y haberle dado un Gracias por el recuerdo que ha dejado en mi. Luego del viaje de casi una hora para dejarla a su casa, pasaba por San Miguel y casi dormido me di cuenta (al fin) que la noche que Bárbara me dio, ni en sueños o fantasías Alessa hubiese podido dármela.
EPICO-LOGO
En el último día de clases, Gustavo y yo recorríamos el pasadizo del segundo piso. A Gustavo le quedaba un año más y yo iba de salida, en mi última salida. Alessa pasó por mi lado y tuve que tragarme las ganas de ir y despedirme, porque seria un gesto en vano. Gustavo lo noto y decidió alejarme mentalmente de ella.
- Y, mi pana ¿algo que deba saber ahora que estoy en Quinto?
- Nunca digas Ja Ja Okas.
- ¡Awesome! ¿Qué piensas hacer ahora?
- No se, estudiare algo. He pensado en escribir una novela, quizás ahora me de el tiempo…
Fuera del colegio finalmente, una novela se empezó a escribir. Una novela tan mala y tan fome que se llamaria Nunca Digas Ja Ja Okas, un nombre tan estupido como el contenido.
FIN
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