Ir al contenido principal

Daylight


Nuevamente tú y yo. Nuevamente de madrugada.

Algunas veces yo te invito a venir y otras simplemente apareces. Sea cual sea el caso, siempre estoy feliz de volver a verte a estas horas en las que todas las conversaciones tienen un sabor a intimidad que ninguno de los dos busca.
Aunque eso no nos impide disfrutarlo.
Hoy llegas a las 12:35 y una voz dentro de mí grita que “dormir está sobrevalorado”. Te acuestas a mi lado pero me has prohibido tocarte. No eres tan frágil como aparentas pero hay muchas cosas que podrían romperse si es que me atrevo a rozarte con un dedo. Dejando marcas dentro de mí y alrededor tuyo.
Te acomodas y hablas sobre pornografía, tus miedos y tus cicatrices. Mientras más avanza la conversación, más te cuestionas si merezco saber tanto y algo dentro de ti seguramente dice que sí. Ese mismo impulso que me aprisiona a tu lado, me imagino.
Tu voz me arrastra como el castigo divino que todos saben que me merezco y que sin duda eres porque no hay otra razón para explicar la forma en la que llegaste a mi vida. Me he portado tan mal tantos años que los dioses enviaron a alguien a quien no puedo querer sin dañar en el proceso.
Te escucho esperando encontrar mi salvación en tus palabras. Con la certeza de que te he mirado tantas veces y con tanto cariño que he encontrado belleza y simetría hasta en las heridas que ya no escondes. Con la seguridad de que estas amanecidas no te importan tanto como a mí.
Quiero hacerte saber lo mucho que me importas, que hace tiempo no conocía a alguien que me hiciera sentir interés en caminar nuevamente sobre este planeta. Quiero que sepas que desde que apareciste ya no me siento escalofriantemente solo y que ya no me importa que mis antiguos amigos se hayan olvidado de mí. 

Sería más fácil decirte que llevo conmigo un miedo sobrenatural desde la primera vez que viniste a visitarme a estas horas y te diste cuenta que el viaje valía la pena: en algún momento te aburrirás de mí y encontrarás a alguien nuevo con quien conversar de los temas aparentemente privados que nos inundan cotidianamente. En algún momento, me hablarás solamente para enviarme la tarea de la universidad o consultarme por los horarios de nuestras clases.
Sé que con el tiempo me harás a un lado porque, cuando la madrugada muere y tienes que irte, yo sigo siendo un veinteañero avejentado y tú te sigues viendo adorablemente joven. Tú sigues enamorada de alguien más, tú te mantienes tan distante que, si te pudiera tocar, no haría más que arruinarte. 

No te digo nada al respecto y dejo con tú controles todo. Dices que soy un mentiroso pero no un descarado. Dices que no soy una mala persona y te creo, tengo la mala costumbre de no dudar en tus palabras mientras que tú asumes que me guardo demasiadas cosas.
Ahora ya es demasiado tarde y a la vez, demasiado temprano. Lo es para nosotros más no para el resto del mundo. Los primeros rayos del sol ya nos rozan, formando sombras curiosas sobre tu piel exageradamente blanca, entre tus lunares estratégicamente ubicados a lo largo de tu juvenil anatomía.

Empiezas a quedarte dormida y tal vez susurro cosas para que tu subconsciente las recuerde y te haga pensar más de la cuenta al día siguiente. O tal vez no digo nada y conservo estos silencios que nos pertenecen tanto como las conversaciones más divertidas, estos silencios que jamás son incómodos. Estos silencios en los que me di cuenta que estaba mal quererte de la forma en que te quiero.
Ya es hora de que te vayas y no porque yo te lo pida, sino porque eres consciente del tiempo que ha pasado desde que te recostaste al lado mío. El mismo que empezará a ir más lento apenas te vayas. Tu despedida sucede demasiado rápido pero antes me pides que me porte bien, que justifique estos momentos con mi buena conducta.
Podría pedirte que no te vayas pero acepto tu retirada, asumiendo de forma pesimista que ya nunca más vas a volver. Si se cumple la profecía, estaré preparado. Si regresas, la alegría iluminará la avenida Brasil y los vecinos no podrán dormir.
Ahora solamente hay silencio. Y la horrorosa sensación de que, cuando necesites hablar con alguien, tu primera opción siempre será buscar a tu novio. La espeluznante seguridad de que, cuando yo necesite hablar con alguien, siempre pensaré primero en ti.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Naranja dulce, siembra de querubes

Lo único que quiero es que caminemos sin que te atormenten las hipótesis o los mundos paralelos en los que te amo con locura. Universos que existen según Hawking y  Santa Cruz. Lo único que escribo desde hace un par de días es: "ojalá hubiese conocido gente como tú a los 19 y no a los veintitantos" y "ojala que me entiendas  ojalá que me entiendas". Lo único que pido - a los dioses, siempre a los dioses - es no sentir culpa por pasarla bien contigo. Ya nadie sabe ser feliz a costa del despojo...

¿Y si Rosario Ponce no mato a Ciro?

En un mundo paralelo o en un futuro no muy lejano, se demuestra que Rosario Ponce no mato a Ciro Castillo. La necropsia y todas las pruebas que no se como se llaman, y ni me importa saber, lo demuestran. Entonces, ah entonces, se jodió el Perú.  Se jode la prensa. La prensa piojosa, la prensa supuestamente seria, la prensa amarilla. Se jode el Diario Ojo, Perú21,  Nicolás Lúcar (que se excita invadiendo la privacidad ajena tanto como en los ascensores), y buena parte de los noticieros mañaneros y dominicales. Se joden porque con su libertad de expresión (también piojosa) creen que pueden inventar teorías de conspiración (o usar como tonto al padre para que lo haga) sin sustento alguno. Se joden porque no tienen los huevos para pedir perdón si se hace necesario. Porque no pueden explicar que hace a Ciro Castillo tan diferente y especial que las otras miles personas que se pierden en este ...

LVYNSK

  Voy a esa fiesta por la mínima posibilidad de encontrarte. Y cuando finalmente apareces, celebro con sorpresa una casualidad que he invocado con la intensidad que tienen todos los finales que uno ya vio venir. He forzado que seas mi musa porque eso te da cercanía y prefiero mentirme. Sentirte próxima porque en unos días no volveré a verte. Y podría jurar que nunca he visto ojos como los tuyos, pero es mi primera vez en esta tierra santa y verde, y mis juramentos no valen tanto.  ... Te veo bailar La Neverita y sucede la revelación. Como si fueras la diosa de ese mito selvático que he escuchado alguna vez, pero que nunca entendí hasta que te vi manifestar que este verano te quedarías solita .  Como si te estuviera esperando desde diciembre, aunque ya llevaba varios noviembres rezándote.  ... Hombres más interesantes que yo te tocan y ya sé que nunca vas a ser, como dirían las palabras torpes, mía.  ¿Pero cuando eso me ha impedido sentir?  Si yo amo siempr...