En el bus he visto a la chica más triste.
Su cabello esta triste. Su cuello esta triste. Su polo verde esta triste.
Mira hacia la ventana con la pena del mundo acumulada.
La veo y ya no creo en Benedetti, ya no creo en Murakami.
Ya no creo en las pastillas ni en los cigarros aleatorios.
Creo en el odio que transmite la chica más triste del mundo.
En otras noticias, la chica más triste del mundo sigue de largo en su viaje.
No alarms and no surprises, creo que dice. Voz bajita.
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