Según lo que dice mi pc, esto fue escrito un miércoles, 22 de septiembre del 2010. No lo subí porque probablemente ya tenia muchos problemas con este blog, aunque hoy me parece un post sanazo. Ya no tengo nada que perder, también.
Él se sigue levantando a las 5:30 de la mañana con
pereza. Camina hecho un zombie a la ducha y vuelve a nacer, entre el agua
helada y las noticias de la radio, que generalmente son malas y
desesperanzadoras.
Se demora media hora bailando entre las gotas, como si
fuese Gene Kelly en Singing in the Rain,
y se demora otra media hora vistiéndose feo, mientras ve a Aldo Mariátegui y a
Claudia Cisneros pelear en el noticiero de canal 2. Él quiere una novia como
Cisneros; inteligente, bonita y loquita.
Él sigue tomando jugo de durazno helado (naranja maybe,
maybe). Sigue leyendo la sección Luces del Comercio y el Diario16. De forma
discreta ojea el Trome y el Ojo, aunque le diga a su mamá que son diarios
huachafos.
Sus mañanas son las mismas contigo y sin ti. ¿Cómo sabría
como son las mañanas contigo?
Él sigue yendo al paradero frente a su casa para ver las
combis llenas pasar y amontonarse entre la gente, muchos de ellos destinados a
ir en trayectos muchos más largos que el suyo.
Ve a dos colegialas del Sor Ana con las que a veces
coincide en el camino, ellas le sonríen (o eso quiere creer) y él les sonríe
coqueto y triunfalista. Se la cree. Luego mira al suelo, esperando que ellas se
vayan, porque hoy amaneció autista y tímido, mañana estará hecho un sátiro,
pasado será un picaron.
Él nuevamente vio a una chica que hizo que pensara en ti.
Esa chica tiene la mirada gris y el cabello brilloso. Es inevitable que él
piense en ti cuando ve a una niña que parece pedir consuelo. O con las
canciones de su celular. O con el color blanco y el morado. O con el viento
del ventilador. O con cualquier cosa.
A veces él se
pregunta si de por casualidad también tu piensas en él al ver algo en la calle.
La chica que le genera flashbacks se va por la pista, misteriosamente guapa.
Guapa como tú, guapa como otras miles.
Él prefiere ahora las combis pequeñas. Le gusta
arrinconarse a la puerta, dándole la espalda al conductor. Sabe que en caso de
un accidente él se llevaría la peor parte, y se imagina de donde agarrarse si
la lata de sardinas en la que viaje se da una vuelta de campana. A veces solo
mira a la gente y se imagina historias con ellos, historias interesantes y con música
de The Kills de fondo.
Él aterriza nuevamente en el asfalto, cruza calles peligrosas
y semáforos traicioneros y se siente como en una película de Indiana Jones. Él
subía 6 pisos, ahora solo 3 (hoy, por cierto, sube 5), pero aun odia las
escaleras. Con cada pasito, el jura que se esta olvidando un poquito de ti.
Se olvida tanto de ti, que ha escrito más de 5 párrafos.
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