Ir al contenido principal

El Ataque de los Hombres Purpura

Cuando me llevaban a la iglesia de mocoso, sobre todo a las Nazarenas de la Avenida Tacna, me entraba un pánico y un miedo del carajo. Era exactamente la misma escena de La Profecía, pero con el niño Lumix en vez del niño Damián.

Me cogía de la pierna de mi mamá, llorando como huerfanito, pidiedole que me saque de la multitud de hombres purpura que me golpeaban y empujaban, cual concierto de Metallica. Sé que ella pensaba (aunque no lo dijese jamás en voz alta): Ay carajo, me toco el diablo. Nada que ver. No soy el diablo. Seré Hellboy,como mucho.

En Octubre, incluso todavía, voy a las Nazarenas llevado con una pistola apuntando a mi nuca, puesta por mis tia Carmen que no acepta un NO como respuesta. Y realmente no me gusta ir, jamás me ha gustado. No soporto las multitudes de gente morada (que me recuerda al Fantasma) empujándome. Apretandome. Asfixiandome.

No me gusta el camino hacia las Nazarenas. El camino en el taxi va cambiando desde mi conocida y amada Magdalena a una tierra perdida. A veces siento que esas calles son feas porque si, porque su mal aspecto es natural y casi una orden divina. Mi mamá dice que caminar esas calles antes era lindo y tranquilo. No me consta, hoy solo puedo apretujar las manos contra mis bolsillos y rogar (al Cristo Moreno) que no me roben.

No me gusta llegar a la iglesia y toparme con ese mar de hombres purpura pululando en un edificio que dice tener espacio solo para unas 300 personas, cuando dentro hay más que en el concierto de Bon Jovi y los Jonas Brothers. Ese letrerito es una burla, una parodia al numero real y a la gente que a simple vista puede contar.

Veo niños de pecho que no saben que coño hacen entre tanta gente. Veo hombres y mujeres (muchos de ellos mayores) que literalmente se derriten de miedo y piden perdón a sabiendas de todas las perradas que han hecho, pero hoy les tiembla las rodillas ante la idea de parar en la Granja del Viejo Satán. Y veo gente que pide boludeces, y gente que pide realmente milagros. Porque, eso si, creo en las propiedades del Cristo Moreno. Al igual como que a mi modo creo en Dios, a pesar de los rumores de mi ateísmo (o según las malas lenguas, mi pertenencia a una secta de brujos que bailan calatos en los parques).

No me gusta tampoco salir de la iglesia y toparme afuera con otra multitud de hombres purpuras, mezclados con fotógrafos (¡Si! ¡Joder! ¡Fotógrafos!) y vendedores de estampitas benditas. Jesús ha de bajar y sacarlos a patadas (como si fuese Chuck Norris) como lo hizo ya una vez. Tengo mucha fe en que se repita eso.

No me gusta ni un poquito lo jodido que es salir entre el mar de gente y encontrar todavía mas vendedores. Caminar por las estrechas calles, rozando autos y otros hombres purpuras, porque si algo sobra en estas épocas son hombres purpuras. Hay hombres purpuras por allí, por allá, debajo de la alfombra y atrás de los kioscos. Escondidos en las latas de conservas y en las botellas de Coca Cola, hay siempre un hombre purpura.

Lo que si me gusta es el turrón. El que te ofrecen y el que te compran por kilos. Mejor aun es la calle llena de morenas anticucheras, que menean el cuerpo y agitan abanicos para prender el carbón. Te dicen de todo para que elijas a una, generalmente mentiras sobre un físico atractivo que no tienes. Uno termina cediendo con una y es raro arrepentirse de la elección.

Por esto y muchas cosas más. Oh Señor de los Milagros, espero sepas entender que si bien no me gusta visitarte, te pido un milagro: dejame ser yo mismo. Aunque muchos no lo entiendan, a mi eso me basta. La paz mundial y el rollo hippie tambien me lo podrías dar, si no te es mucha molestia. ¿Puedes no?

Comentarios

Entradas populares de este blog

Naranja dulce, siembra de querubes

Lo único que quiero es que caminemos sin que te atormenten las hipótesis o los mundos paralelos en los que te amo con locura. Universos que existen según Hawking y  Santa Cruz. Lo único que escribo desde hace un par de días es: "ojalá hubiese conocido gente como tú a los 19 y no a los veintitantos" y "ojala que me entiendas  ojalá que me entiendas". Lo único que pido - a los dioses, siempre a los dioses - es no sentir culpa por pasarla bien contigo. Ya nadie sabe ser feliz a costa del despojo...

¿Y si Rosario Ponce no mato a Ciro?

En un mundo paralelo o en un futuro no muy lejano, se demuestra que Rosario Ponce no mato a Ciro Castillo. La necropsia y todas las pruebas que no se como se llaman, y ni me importa saber, lo demuestran. Entonces, ah entonces, se jodió el Perú.  Se jode la prensa. La prensa piojosa, la prensa supuestamente seria, la prensa amarilla. Se jode el Diario Ojo, Perú21,  Nicolás Lúcar (que se excita invadiendo la privacidad ajena tanto como en los ascensores), y buena parte de los noticieros mañaneros y dominicales. Se joden porque con su libertad de expresión (también piojosa) creen que pueden inventar teorías de conspiración (o usar como tonto al padre para que lo haga) sin sustento alguno. Se joden porque no tienen los huevos para pedir perdón si se hace necesario. Porque no pueden explicar que hace a Ciro Castillo tan diferente y especial que las otras miles personas que se pierden en este ...

"Chicas Malas" Capitulo Veintidós: Red Forever (1)

Y me asustan los fantasmas que vienen contigo, hace frío... Ultrabeba, Turbopotamos Soñé mucho con Roxanne Red desde que se fue.  Me la encuentro en la playa, en un camping (que huachafo, camping), en las avenidas de mi rutina, en salones vacíos y hasta en mi cama.  Solo quería que me dejara en paz, Roxanne Red. Porque su maldad acaramelada me obligo a mentir, a dudar y, casi al final, a quererla. La vi llorar tantas veces en la calle y no dije nada. Me hice el loco, como dicen. No porque quisiera, creo que nos convenía a ambos. Varias veces y lo sabe, creo que fui fuerte. Otras simplemente ella iba y yo venía, y fingía indiferencia.  Yo fingía no verla de reojo, nunca me crean.Creo que viajamos juntos en la misma combi, a un cobrador de distancia, por decir. Solo por decir. No sabía entonces que, le habían roto el corazón y que ella había roto un par también. Sus amigas me contaron de ese chico de Miraflores que le llevaba flores al tra...